domingo, 5 de febrero de 2012

Segundo día. 7 abril - Londres

Candem Market
Hoy hemos comenzado algo más tarde nuestra jornada, a las 7.30 nos hemos puesto en marcha. Lo primero que hacemos es desayunar y ponernos rumbo a Camden Market. Hoy en el desayuno no ha habido ningún problema con el inglés, al parecer el camarero ha estado toda la noche estudiando para poder comunicarse conmigo en un perfecto british…ya me parecía a mí que no podía ser por mi culpa.


Candem es el mercadillo callejero más animado de Londres. A primera hora de la mañana apenas había gente en Candem, pero según ha ido avanzando la mañana ha comenzado a llegar un montón de gente, la mayoría de ellos españoles, que agobiante. Es curioso el ambiente que se puede respirar en este mercado “alternativo” donde puedes comprar todo lo que te puedas imaginar, y puedes probar la gastronomía de por lo menos tres continentes diferentes. Está claro que tiene muy bien ganada la fama. Alba se lo ha pasado en grande, creo que no ha dejado una camiseta por mirar, ni un puesto que cotillear.  Interesante el paseo matutino. 


St. Paul
Alrededor de las 12, ya está bien por hoy de tiendas, hemos cogido un bus para ir a la catedral St. Paul, tras realizar un par de trasbordos y equivocarnos en una ocasión de dirección, esa manía de los ingleses de conducir en dirección contraria al resto del mundo, hemos llegado sin problemas. Ha sido entretenido viajar en el piso de arriba de un bus londinense. Ha sido un trayecto algo más lento que en metro pero mucho más interesante, puesto que puedes disfrutar de la vida de la ciudad.


Antes de visitar la catedral y dada la hora que ya era, decidimos comer algo, una mala costumbre que tiene uno de comer todos los días. Además en esta ciudad o comes pronto o directamente cenas, ¡dios quien les pondría estos horarios! Puesto que aún no hemos probado la mundialmente reconocida gastronomía londinense, nos aventuramos con unas jacket rellenas de atún y carne  y  un cuarto de pollo asado. Menuda recarga de energía. Por supuesto las jacket han sido bien acompañadas de una London Pride, una de las más famosas cervezas ale que se fabrican en la ciudad. Según tengo entendido, en Londres comer con agua es pecado capital…

Lo primero que hemos hecho después de comer ha sido tomarnos Alba y yo un café, después visitar la catedral, que sin duda es la iglesia más importante de la diócesis de Londres y la obra maestra de Sir Christopher Wren. El edificio actual se empezó a construir en 1666, después de que el gran incendio destruyese la antigua iglesia. Tras visitar la catedral de St. Paul, donde había muchísima gente, y para bajar la comida, hemos intentado ir andando hasta la columna que conmemora el incendio de 1666, pero no hemos dado con ella. Una de dos, o han desmontado la torre por algún extraño motivo, o no es tan grande como dicen las guía y no la hemos visto al pasar, porque yo he seguido el mapa a rajatabla.

Pero sin darnos cuenta, y sin que fuese nuestra intención, hemos llegado hasta la Torre de Londres. Así que ya una vez aquí, decidimos visitarla, aunque la entrada es cara de narices. La Tower of London es la fortaleza medieval británica mejor conservada. En su interior hay un palacio, una cárcel, un patíbulo, capillas y museos, y lo más visitado, las joyas de la corona. La torre de Londres está vigilada por los Yeomen Warders, o “beefeaters” desde 1485. La función de estos es la de custodiar la fortaleza y las joyas de la corona. El puesto exige haber servido como mínimo 22 años en el ejército y haber recibido una condecoración y una medalla de buena conducta.  Las joyas de la corona son las vestiduras e insignias ceremoniales que se utilizan durante la coronación y no como la mayoría de la gente piensa, las alhajas de la reina. La pena ha sido que la hemos tenido que ver a toda leche porque hemos entrado a las 4 y cierran a las 5.30, y en la cola para ver las joyas se pierde mucho tiempo. Pese a que no la hemos podido ver en su totalidad, es una visita que merece mucho la pena.
Tower London


Al finalizar la visita a la torre, cruzamos el río por el Tower Bridge. Este emblemático monumento, seguramente el segundo más famoso después del Big Ben, es una obra maestra de la ingeniería victoriana y uno de los lugares ineludibles a visitar. Las mejores vistas se disfrutan desde el muelle delante de la torre de Londres pero la mejor manera de disfrutarlo es cruzando a través suyo, hacia la zona de South wark, algo que nosotros decidimos hacer. Supongo que este barrio tendrá curiosidades ocultas que merezcan la pena ver, pero preferimos coger un autobús que nos lleve hasta Trafalgar square y posteriormente allí coger otro hasta picadilly circus. En total 45 minutos de trayecto. Como para haberlo hecho andando.

Tower Bridge
Lo que queda de tarde la hemos pasado paseando sin rumbo fijo por el soho, hasta que hemos topado con un buffet Thai, con tan buena presencia que hemos decidido cenar en él.  Ha sido todo un acierto de sitio.

Poco a poco, y después de cenar nos hemos retirado al alojamiento. Mañana es nuestro último día en Londres y tenemos la intención de aprovecharlo a tope.